No soy una madre perfecta, soy una madre consciente

No soy una madre perfecta, soy una madre consciente

 

“Yo también fui una madre perfecta, hasta que tuve a mi primer hijo»

 

¿Te has planteado alguna vez cómo es la madre perfecta? ¿Sientes que hay días en los que hablas con calma y paciencia, en los que compartes abrazos, conexión y risas con tus hijos? Maravillosos esos momentos, ¿verdad?

Sin embargo, hay días que no son para nada así.

Es jueves, tienes una reunión importante. Tampoco es que hayas dormido bien porque estabas un poco inquieta. Los niños están especialmente cansados y tú estás especialmente irritable. No sabes cómo ocurre, pero como siempre vais con el tiempo justo,… y cuando estáis desayunando a “alguien” se le cae el vaso de leche encima del uniforme. Quieres hacer lo que haría la madre perfecta, permanecer tranquila, pero tu boca y tus cuerdas vocales van más rápido que tú. Y gritas: -¡No me lo puedo creer! ¡Esto es lo que me faltaba! ¡Cámbiate ahora mismo! ¡No llegamos, no llegamos! – Estás furiosa- y tu hijo te mira con una cara entre desconcertado y triste, y te dice: «mami lo siento», y su cara muestra que se siente culpable. ¿Culpable? ¡Pues ya somos dos!. Notas una punzada de culpabilidad en el estomago: «no debería haberle gritado así, pero he perdido los nervios, me siento fatal»- piensas. Cuando consigues calmarte, le explicas que estás un poco nerviosa porque tienes una reunión importante en el trabajo, y le explicas que un vaso de leche se le puede caer a cualquiera y que sientes haberle gritado así. Su cara se ilumina con una sonrisa y te abraza.

¡Enhorabuena! Te has equivocado, pero has aprovechado el conflicto para reforzar la relación con tu hijo.

 

¡Bienvenida a la realidad de un mundo imperfecto!, un mundo habitado por humanos con comportamientos humanos.  Para ser una madre perfecta debes ser una persona perfecta, pero ¿y tu hijo?, ¿necesita una madre perfecta?. Lo que hacemos los padres, nuestros hijos van a imitarlo.

Si nuestros hijos nos ven constantemente esforzándonos por ser perfectos, ponemos en ellos una presión que les hace sentir que ser «menos que perfecto» no es aceptable. Nuestros hijos necesitan padres conscientes de su humanidad y no perfectos. Nuestros hijos necesitan saber que es imposible no equivocarse, y que lo bonito de equivocarse es aprender qué es lo que puedes hacer de forma diferente la próxima vez. Es un trampolín hacia el crecimiento.

¿Qué podemos hacer para escapar de ese grado de auto-exigencia que a veces nos atenaza y nos hace entrar en el  «otra vez me he equivocado…”?

He aquí algunas claves para ser mucho más conscientes sin aferrarnos a la necesidad de ser perfectos:

1) Evita las comparaciones con la «Madre perfecta»

Todos los humanos somos únicos, especiales y valiosos.  Los niños por supuesto también. En lugar de comparar los logros o el comportamiento de tu hijo con los demás, hazle saber que su comportamiento y sobretodo su actitud dependen única y exclusivamente de él. Y recuerda, todos los padres son diferentes, también. Cada niño es un mundo y cada familia es un universo único e irrepetible.

2) Pon el foco en TUS puntos fuertes. 

Donde pones el foco pones tu energía. Así que en lugar de machacarte porque has vuelto a equivocarte, sé comprensiva contigo misma, y trata de cambiar el foco en la cantidad de cosas que sí que están funcionando. Concéntrate en tus cualidades como  madre. No eres la madre perfecta, pero eres la mejor madre perfectamente imperfecta que tu hijo puede tener.

3) Pon el foco en SUS puntos fuertes. 

Seguro que hay cosas concretas de tu hijo que te sacan de quicio. Por ejemplo, imagina que piensas que tu hijo es un desastre. Hazte un gran favor, cámbiate de gafas. Ponte esas gafas que te permitan ampliar la mirada para detectar todas las veces que consigue colocar algo en su sitio o responsabilizarse de sus cosas, cambia el chip.

4)Mucho cuidado con nuestro dialogo interno

Nuestro cerebro almacena cada una de las palabras que le decimos, y construye nuevos caminos neuronales con ellas. Es más, nuestro cerebro no tiene ningún sentido del humor, así que tanto si te dices cosas feas como si te dices cosas bonitas, te las terminarás creyendo. Así que, ¿por qué decirte cosas feas? Cada vez que te digas lindezas del tipo: «Si mi bebé llora es porque soy mala madre», o, «esto se me viene grande, ni siquiera sé cómo manejar una rabieta», piensa que las rabietas son super normales en los niños, y son muy difíciles de manejar: «esta vez me está costando un montón, pero estoy segura de que la próxima vez lo haré mejor». Sonríete, abrázate, date auto-empatía. ¡Te la mereces! :)

5)Los errores son oportunidades para crecer.

Vivimos en una sociedad extraordinariamente enfocada a los resultados y que valora el error como algo que hay que penalizar. Hemos aprendido a temer el error, a identificarnos con él hasta el punto de pensar que somos un fracaso, a ocultarlo, a negárnoslo a nosotros mismos. ¡Veamos el error como una oportunidad para el aprendizaje!

6) Aprendamos a pedir perdón. 

Cuando metes la pata y te acercas a tu hijo, ya calmado, a decirle “lo siento”, ellos sienten que pueden confiar en ti, que eres humano, que también cometes errores y que no pasa nada por cometerlos. Siempre hay una oportunidad para mejorar y al mismo tiempo le estás transmitiendo un modelo.

7) Ten expectativas razonables sobre tu hijo y sobre ti mismo

Los niños a veces no pueden darnos lo que queremos, no te lo tomes como algo personal. Hay veces que pedimos demasiado y su desarrollo, simplemente no está en ese punto todavía. Por tu parte acepta que no eres una madre perfecta (¡por suerte!).  Los conflictos van a seguir apareciendo, seguirás perdiendo la paciencia. Lo verdaderamente importante es que aprendas de eso.

Y no te olvides de disfrutar!!!!!

Recuerda ser madre consciente  y no perfecta, consiste en ser capaz de aprender de los errores y dejar ir las imperfecciones.

¿Crees que estas claves pueden ayudar a alguien que conoces? Comparte! :)

Y a tí? ¿Qué la clave que te ha resultado más reveladora? Cuéntame en los comentarios. ¡Estás en familia! ;)

Helena Ruiz Pino

 

Madres al borde de un ataque de nervios

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