Conseguir que tus hijos
te hagan caso sin que para ello
tengas que sentirte como un ogro
es una tarea complicada
cuando no dispones de
las herramientas adecuadas.
Lo sé mejor que nadie porque yo también pasé por ahí.
Lo sé mejor que nadie porque yo también pasé por ahí.
Lo sé mejor que nadie porque yo también pasé por ahí.
Además soy coach y creadora de la metodología My family lab, pero deja que te cuente un poco más sobre mi, pasa, ponte cómoda, estás en tu casa.
Soy madre de dos adolescentes (2004 y 2007) y ojalá cuando me convertí en madre alguien me hubiese dado las claves y herramientas que a día de hoy yo puedo compartir contigo.
Mis inicios como madre fueron duros. Yo tenía una idea maravillosa e idealizada sobre la maternidad hasta que la realidad me puso en mi sitio, y me di cuenta de que lo que yo pensaba que iba a ser un camino de rosas, en muchas ocasiones iba además mezclado con cardos, cactus y hasta plantas carnívoras.
Me encantaba la filosofía detrás de educar a los niños desde el respeto y, desde que me planteé ser madre, leí mucho y ví cientos de videos al respecto, estaba totalmente mentalizada de la importancia de ser respetuosa, de no gritar, de hablarnos bien, de pedir las cosas con calma y, la verdad todo parecía sencillo y fácil cuando todavía no era madre.
Cuando mis hijos eran bebés tuve los miedos y las angustias propios de esa etapa, pero según fueron creciendo, las cosas se fueron complicando más y más, deja que te cuente que pasó.
Soy madre de dos adolescentes (2004 y 2007) y ojalá cuando me convertí en madre alguien me hubiese dado las claves y herramientas que a día de hoy yo puedo compartir contigo.
Mis inicios como madre fueron duros. Yo tenía una idea maravillosa e idealizada sobre la maternidad hasta que la realidad me puso en mi sitio, y me di cuenta de que lo que yo pensaba que iba a ser un camino de rosas, en muchas ocasiones iba además mezclado con cardos, cactus y hasta plantas carnívoras.
Me encantaba la filosofía detrás de educar a los niños desde el respeto y, desde que me planteé ser madre, leí mucho y ví cientos de videos al respecto, estaba totalmente mentalizada de la importancia de ser respetuosa, de no gritar, de hablarnos bien, de pedir las cosas con calma y, la verdad todo parecía sencillo y fácil cuando todavía no era madre.
Cuando mis hijos eran bebés tuve los miedos y las angustias propios de esa etapa, pero según fueron creciendo, las cosas se fueron complicando más y más, deja que te cuente que pasó.
Resulta que soy licenciada en Marketing y publicidad, y estuve trabajando durante más de 15 años en departamentos de marketing de diferentes multinacionales. Por aquel entonces mi faceta laboral me consumía mucha energía y tenía poquísimo tiempo para mí, mi pareja y mis hijos.
Sentía que mi carrera profesional estaba en su apogeo pero por otro lado no tenía equilibrio con mi vida personal. Estaba tan agotada que no tenía fuerzas ni para cuidar de mi ni de los demás.
Llegaba tan exhausta a casa, que hubo un momento en que dejé de tener energía para establecer normas y límites y que éstos se respetaran…
Mis hijos no me hacían ni caso, no colaboraban, me pasaba el día repitiendo las cosas y recordándoles lo que tenían que hacer, sentía que me tenían totalmente tomada la medida, con lo que me sentía frustrada, impotente y sobrepasada y cada dos por tres terminaba perdiendo los nervios y sintiéndome tremendamente culpable por ello.
Sintiéndome como un ogro día si y día también y con la sensación de estarme desconectando de mis hijos y de no disfrutar de mi tiempo con ellos. Tenía que hacer algo al respecto.
Así que tomé la mejor decisión de mi vida: pasé por un proceso de coaching. Hice grandes descubrimientos sobre mí y eso me hizo colocar todas las piezas del puzzle y descubrir qué es lo que yo había venido a hacer a este mundo, mi misión en la vida. Lo que yo quería hacer era inspirar y ayudar a otras mujeres a que se sintiesen mejor en su faceta como madres.
Tenía toda la ilusión del mundo ¿Pero, por dónde empezar? Decidí aprovechar toda la experiencia que me había brindado mis años trabajando en empresa y me lancé a la aventura de emprender. De ahí nació My family lab.
Sintiéndome como un ogro día si y día también y con la sensación de estarme desconectando de mis hijos y de no disfrutar de mi tiempo con ellos. Tenía que hacer algo al respecto.
Así que tomé la mejor decisión de mi vida, pasé por un proceso de coaching. Hice grandes descubrimientos sobre mi y eso me hizo colocar todas las piezas del puzzle y descubrir qué es lo que yo había venido a hacer a este mundo, mi misión en la vida. Lo que yo quería hacer era inspirar y ayudar a otras mujeres a que se sintiesen mejor en su faceta como madres.
Tenía toda la ilusión del mundo ¿Pero, por dónde empezar? Decidí aprovechar toda la experiencia que me había brindado mis años trabajando en empresa y me lancé a la aventura de emprender. De ahí nació My family lab.
Me formé a fondo en varias metodologías de comunicación respetuosa en la familia, así como en coaching, programación neurolingüistica, inteligencia emocional, comunicación no violenta y mindfulness. Todos estas enseñanzas hicieron que mi manera de entender la vida y mi relación conmigo misma, con los demás y, por supuesto, con mis hijos cambiase radicalmente.
Para mí era fundamental estructurar todos los aprendizajes de una manera sencilla y comprensible, sin meterme en definiciones densas, aburridas y rimbombantes que tú misma podrías encontrar en la Wikipedia.
Mi mantra siempre fue: crea herramientas que sean aplicables en las situaciones del día a día y explícales a las madres los porqués y para qués de cada una de ellas para que se sientan seguras y orgullosas de sí mismas.
Puse todos estos aprendizajes en una coctelera, mezclados con mucha ilusión, amor y optimismo y creé mi propia metodología, la Metodología My family lab ®.
Y una cosa te puedo asegurar: cuando echo la vista atrás me siento feliz de lo que he creado y de como eso ha ayudado ya a más de 800 madres y padres a recuperar la calma y el disfrute en la relación con sus hijos.
Como ves, no todo ha sido fácil desde el principio, he de reconocer que en muchas ocasiones me he sentido sobrepasada e incluso fracasada como madre, me he equivocado muchas veces y me seguiré equivocando toda la vida pero, por suerte ahora sé que mis hijos no necesitan una madre perfecta, igual que yo no necesito unos hijos perfectos.
A día de hoy puedo asegurarte por experiencia propia, que para que tus hijos te escuchen, te hagan caso y colaboren, no necesitas amenazar, gritar o repetir las cosas mil veces. Todo lo que necesitas es proponerte cambiar las cosas, amor y las herramientas adecuadas. Te prometo que con estos tres ingredientes sentirás que reconectas contigo misma, con tus hijos y con lo que esperabas de la maternidad.
Como ves, no todo ha sido fácil desde el principio, he de reconocer que en muchas ocasiones me he sentido sobrepasada e incluso fracasada como madre, me he equivocado muchas veces y me seguiré equivocando toda la vida pero, por suerte ahora sé que mis hijos no necesitan una madre perfecta, igual que yo no necesito unos hijos perfectos.
A día de hoy puedo asegurarte por experiencia propia, que para que tus hijos te escuchen, te hagan caso y colaboren, no necesitas amenazar, gritar o repetir las cosas mil veces. Todo lo que necesitas es proponerte cambiar las cosas, amor y las herramientas adecuadas. Te prometo que con estos tres ingredientes sentirás que reconectas contigo misma, con tus hijos y con lo que esperabas de la maternidad.
Lo que otras madres dicen sobre mí es la mejor prueba de los resultados que consigo y de cómo hago que se sientan comprendidas, capaces y orgullosas de sí mismas.
Lo que otras madres dicen sobre mí es la mejor prueba de los resultados que consigo y de cómo hago que se sientan comprendidas, capaces y orgullosas de sí mismas.
Considero que cada familia es un mundo, y sólo a base de probar y experimentar encontrarás tus propias respuestas, desde el cariño, el respeto y el no juicio.
La maternidad es un proceso plagado de ansiedades pero es posible vivirla desde el disfrute y crecimiento continuo.
Así que por favor: ¡Experimenta, prueba, diviértete, desdramatiza, atrévete a equivocarte, crece y aprende de cada error sin juzgarte!
Unas veces se gana y otras se aprende.
Ahora que me conoces un poco más…
Consigue soluciones para transformar la relación con tus hijos a tu ritmo
Resuelve las situaciones que te preocupan. Te escucho y acompaño en cada paso.
Talleres para familias, AMPAS, profesores, ayuntamientos y organizaciones.
1.Tengo algo que provoca que la gente confíe en mi y me cuente cosas que no le han contado a nadie más.
2.Soy una loca de los parques de atracciones. Trabajé en Disneyland cuando tenía 18 años y cuando terminaba mi jornada laboral me quedaba en el parque como cliente. Por supuesto esta obsesión se la he traspasado a mis hijos.
3.Si le preguntas a alguien cuales son mis rasgos principales la mayoría te dirá que transmito optimismo y buena energía y que tengo una risa contagiosa.
4.Vivo en un pueblecito de Madrid desde hace algo más de tres años y no lo cambiaría por nada del mundo. Me parece un regalazo poder ir andando o en bici a todas partes y despertarme con el canto de los pájaros en plan Blancanieves.
5.Hay pocas cosas que disfrute más que irme de viaje con mi familia. Mis hijos han viajado desde que eran bebés, con 8 años habían cruzado el “charco” 5 veces.
6.Llevo junto al amor de mi vida más de 25 años, ¿el secreto? Los pequeños detalles, cuidar mucho el uno del otro y reírnos (mucho).
7.Soy literalmente adicta a los juegos de mesa. Tengo una colección en aumento de más de 130 juegos. Nos pasamos horas y horas jugando en familia.
8.Tengo muchos más libros de los que podré leer en toda mi vida.
9.Me rechifla la música. La escucho a todas horas y sí, lo confieso, soy de las que cantan en el coche a grito “pelao”. He asistido a más conciertos de los que puedo recordar.
10.Trato de meditar a diario, me encanta dedicar ese ratito a reconectar conmigo cada día.
11.Nací con la brújula rota, mi sentido de la orientación es nulo, me pierdo con dos de pipas, mi padre siempre me dice: si fueses un pajarillo te tendrías que volver a hacer un nido cada día.
12.Me encanta dibujar, me relaja y me hace sentir fenomenal.
13.Tengo un ukelele precioso de color verde esperando a que algún día aprenda a tocarlo.
14.Me encanta cumplir años, ¿hay algo más maravilloso que seguir viva?
15.Cambio de pelo cada dos por tres, lo he tenido de casi todos los largos y colores