Cómo trabajar con nuestros hijos la ansiedad ante los exámenes

Cómo trabajar la ansiedad ante los exámenes

Junio es sinónimo de exámenes. Y exámenes, muchas veces, de ansiedad infantil. Ya sea por los resultados que como padres a veces les exigimos o por la propia autoexigencia que ellos mismos se imponen. El sentimiento de ‘no estar a la altura’ o ‘no cumplir expectativas’ puede ser una mochila con mucha carga para los niños y adolescentes. ¡Pero podemos hacer mucho por aliviarla!

 “La ansiedad no agota las angustias del mañana, solo agota la fuerza de hoy”

Bernardo Stamateas

El dolor de estómago, descansar mal o estar irritable en época de exámenes – o justo antes de que lleguen- pueden ser síntomas de estar conviviendo con episodios de ansiedad. Y aunque nos pueda parecer que son situaciones más normales de la adolescencia, la realidad es que la ansiedad infantil es común entre los más pequeños también.

¿Y por qué es importante tenerla vigilada? Básicamente porque, además de provocar un malestar emocional y físico evidente, la ansiedad provocada por los exámenes es una pescadilla que se muerde la cola: cuanto más se sufre, más suele a afectar al rendimiento y los resultados, lo que provoca que se cree más ansiedad al no conseguirse lo que se pretendía…

El origen de la ansiedad infantil ante los exámenes

No hay un desencadenante único o específico. Sí suele haber un denominador común y es que se da con mayor frecuencia entre aquellos niños más perfeccionistas, con mayor nivel de autoexigencia o necesidad por complacer las expectativas de papá y mamá. En cualquier caso, la realidad es que los estudios arrojan que en torno al 25% de los niños pueden sufrir ansiedad infantil en épocas de exámenes.

Factores externos también influyen, por supuesto. Nuestra actitud hacia ellos les va a influir mucho y puede también contribuir a la aparición o aumento de estos episodios de ansiedad. Como papis y mamis, de forma casi inconsciente todos queremos que nuestros hijos saquen las mejores notas posibles; pero a veces, nuestras acciones para impulsar que consigan los mejores resultados posibles, pueden resultar contraproducentes.

Te dejo aquí algunos ejemplos de reacciones frecuentes que solemos tener los padres y que pueden facilitar la aparición de los episodios de ansiedad:

  • Tener unas expectativas demasiado elevadas y exigir su cumplimiento
  • Pensar que nuestros hijos tienen que obtener súper resultados en todo.
  • No reforzar los logros que van obteniendo
  • Comparar el rendimiento de nuestro hijo con el de otros (hermanos, amigos, conocidos, etc.)
  • Reproches ante los malos resultados

El fenómeno ‘Hazlo lo mejor que puedas’

Aunque no te sientas reflejada en algunas de las actitudes anteriores, es posible que sí las estés llevando a cabo aunque no sea de forma consciente… ¡No te asustes! El primer paso como siempre es tomar consciencia para mejorar 😊

Y es que aunque creamos que no les exigimos demasiado, muchas veces esto lo expresamos con ‘¡Hazlo lo mejor que puedas!’. El problema aquí es que surge un error en la comunicación: la idea que nosotros queremos transmitirle – la importancia del esfuerzo y de intentarlo- muchas veces nuestro hijo no sabe cómo interpretarlo: ¿dónde está el límite en ‘lo mejor’? ¿Si se esfuerza más lo hará mejor? ¿Pero cuándo parar entonces? ¿Y si lo intenta pero el resultado no es el ‘mejor’? ¿Nos defraudará entonces?

Creedme: transmitir una expectativa ambigua como esa, aunque sea con la mejor de las intenciones, puede provocarles una ansiedad creciente ante las pruebas que ahora en junio van a afrontar:

  • Porque no es una expectativa medible; y, por ello, no están seguros de cuándo llegan a ese ‘mejor’ que les proponemos. Y eso significa para ellos: incertidumbre.
  • La incertidumbre va unida a la ansiedad: cuándo no sabemos qué va a pasar, nos sentimos ansiosos. Cuándo no sabemos qué esperar sobre algo o alguien, nos sentimos ansiosos. Nuestros niños, también.
  • Si les pedimos que lo hagan lo mejor que puedan, y no les sale bien… pueden deducir que su ‘mejor’ no es suficiente, que no sirven, que por mucho que se esfuercen los resultados no llegarán. Y esa sensación de derrota suele no ser útil para afrontar las adversidades: ni en la infancia, ni en la madurez.

Dont’t panic! Podemos tener un papel muy relevante para ayudarles a lidiar con estas emociones y, sobre todo, para que gestionándolo de forma adecuada puedan también obtener buenos resultados en las pruebas académicas ¿Cómo podemos ayudarles entonces a reducir su ansiedad frente a los exámenes? 

3 claves para ayudarles con la ansiedad ante los exámenes

Al grano:

  1. Ser más concreto huye de peticiones ambiguas como dar lo mejor de sí mismo y establece con tu hijo objetivos concretos (ya sabes: alcanzables y medibles) para que ellos sepan con claridad en qué deben enfocarse. No se trata tanto de acordar el alcanzar un bien o un notable en el examen; si no de guiarles en qué pasos deben dar para garantizar eso de que están haciéndolo ‘lo mejor posible’. 

Si tienen un examen de matemáticas que concentra su preocupación (y ansiedad), ¿qué tal proponerles que hagan al menos tres exámenes de prueba durante la semana previa al definitivo en la escuela? Y si es la geografía la que se atraganta… ¿por qué no proponerle hacer tarjetas con los países/capitales que cada noche seleccionéis 10 y testees sus avances? Podéis marcaros el objetivo, por ejemplo, de acertar más del 80% durante tres noches seguidas… Ser creativos será fundamental, pero de esta forma entenderán de forma clara, transparente y concisa qué se espera de sus esfuerzos.

  1. Céntrate en los avances Trata de no poner tanto foco en los resultados ni si el esfuerzo que ha destinado a conseguirlos es mucho o poco. A veces pasa que nuestro hijo tiene especial capacidad para una materia y, cuando domina lo que se le demanda, a veces le reprochamos que podría haber tenido mejores resultados todavía, y ya puedes imaginarte que esto resulta de lo más desmotivador… Si nos centramos en los logros obtenidos, probablemente ayudaremos a reducir presión e, incluso, a empoderarle en esas materias, sabiendo que tiene capacidades para ellas.
  1. Buscad soluciones… ¡juntos! Si finalmente los resultados no acompañan, evita la reflexión filosófica de ‘¿lo has hecho lo mejor que has podido?’ ¿Acaso a ti te resulta fácil responder objetivamente esa pregunta cuando te la formulas a ti misma? En vez de eso, lleva la reflexión a ‘¿qué necesitas hacer para conseguir mejores resultados la próxima vez?’ 

Aprender de los errores resulta crucial no solo para su vida académica sino como para su vida en general 😊, ya sabes que unas veces se gana y otras se aprende!  Tener la capacidad de analizar qué no ha funcionado como se esperaba- y darle la oportunidad de proponer alternativas y mejoras le ayudará a ser más consciente de sus hábitos, sus necesidades y el trabajo que debe hacer. Ayúdale a revisar todos los puntos que pueden haber no traído los resultados esperados: ¿qué en concreto se puede mejorar sobre los hábitos de estudio? ¿es una cuestión de practicar más tiempo o con más frecuencia? ¿Los deberes o tareas se hicieron o quedaron a medias? A veces, pequeños ajustes pueden dar como resultado grandes cambios en los logros obtenidos.

La época de exámenes no tiene por qué ser una pesadilla, ni para ellos ni para nosotras 😊 y por supuesto si necesitas contactar con algún profesional que te ayude a ti o a tu hijo no dudes en hacerlo!  

En cualquier caso con estas estrategias que te propongo ayudarás no solo a que reduzca su ansiedad, si no que tenga mayor auto-confianza y muchos recursos que le servirán para afrontar toda clase de situaciones a lo largo de su vida. ¿Y tú? ¿Tienes algún consejo para lidiar con la época de exámenes? ¿Se nota la ansiedad y los nervios en el ambiente cuando llega junio?

¡Te espero!

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